A veces me asombran los 10 años que han pasado desde que me incorporé a SFP. Por aquel entonces, la organización estaba en pañales y Jim Cannon me pareció alguien que, en esencia, estaba construyendo lo que se ha convertido en el modelo central de SFP de un cambio impulsado por la industria, reuniendo a tres grupos a los que tradicionalmente no les gustaba trabajar juntos: las ONG, que a menudo preferían luchar contra el mundo industrial en lugar de colaborar con él; el propio mundo industrial, que a menudo prefería agachar la cabeza y centrarse en una política fiscalmente responsable; y el mundo académico, que a menudo prefería centrarse en la investigación y la recopilación de datos.

En un principio yo pertenecía a este último grupo, pero me uní a SFP porque llegué a la conclusión de que sus esfuerzos representaban un punto de inflexión para el movimiento mundial en favor de los productos del mar sostenibles: la comprensión de que todas las partes interesadas no solo deben ser conscientes de los problemas subyacentes en la pesca mundial, sino que también deben estar dispuestas a aprender lo que pueden hacer para solucionar esos problemas y actuar en consecuencia.

El modelo de los Proyectos de Mejora de la Pesca (FIP, por sus siglas en inglés) proporcionó a las partes interesadas una forma estandarizada y sólida de traducir estos ideales en acción mediante la participación estructurada de la industria junto con compromisos públicos; la definición de un plan de trabajo, desarrollado con el apoyo de expertos académicos y ONG, con objetivos basados en el conocimiento de la pesquería; y la elaboración de informes adecuados y periódicos sobre los avances a lo largo del tiempo, de nuevo con el apoyo de la comunidad de ONG. Poner en marcha un FIP, mantener el impulso y alcanzar sus objetivos es una tarea difícil. Sin embargo, en mi opinión, el carácter desalentador de este reto no debe hacernos olvidar que, sencillamente, hay que solucionar los problemas de las pesquerías.

Y podría decirse que los FIP son el mejor modelo que existe para hacerlo. Este fue el punto de partida del Programa de Investigación sobre FIP de SFP hace unos años. Emprendimos una ingente labor de recopilación y validación de datos y construimos la base de datos sobre atributos de los FIP más completa hasta la fecha (FIP-DB). El apoyo del equipo del profesor Ray Hilborn, de la Universidad de Washington, ha sido decisivo para desarrollar la FIP-DB y convertirla en uno de sus sitios web públicos.

Sabíamos que, aunque la mayoría de los FIP han mostrado buenos progresos a lo largo del tiempo, algunos de ellos no lo han hecho. Nuestro trabajo de investigación más reciente Fishery Improvement Projects: performance over the past decade (Proyectos de mejora de la pesca: resultados en la última década), que se basa en el FIP-DB, ha demostrado que este hecho no tiene nada que ver con si el modelo de los FIP es o no aplicable a categorías concretas de FIP, incluidas las derivadas del índice de desarrollo de las Naciones Unidas del país en el que operan los FIP. En cambio, sí está relacionado con las características de la propia pesquería. También descubrimos que, en algunas áreas de sostenibilidad, las pesquerías con FIP han mejorado significativamente más que las que no los tienen.

La fuerza de la ciencia aplicada reside en la transparencia de los resultados obtenidos y en la posibilidad de que otros puedan apoyarlos o rebatirlos a través de un foro abierto y global. Para mí, nuestra investigación ha servido para demostrar que el modelo de SFP consistente en reunir al sector investigador, el sector industrial y las ONG produce resultados positivos.

Pero no se equivoquen, la conversación ha evolucionado a un nuevo nivel: ya no se trata de si los FIP pueden funcionar -hemos demostrado que sí-, sino de entender por qué funcionan bien en algunas pesquerías y no tan bien en otras. Estén atentos al Programa de Investigación sobre los FIP de SFP y al creciente número de académicos e investigadores que desean saber más sobre los FIP.